Después de 14 meses de pandemia, de restricciones, de encierro, de exceso de tecnología, de falta de relaciones personales, etc… NUESTROS HIJOS NECESITAN REALIDAD.
No podemos olvidar que los niños pequeños aprenden en clave de realidad, es decir, necesitan de las relaciones interpersonales, del contacto con la belleza, con la naturaleza, necesitan tocar y experimentar.
Podrán venir, guerras, pandemias o cualquier cambio drástico, pero esto no va a cambiar la naturaleza de nuestros hijos. Ellos son seres humanos y aprenden de otros seres humanos.
Es por esto que hoy, después de tanto tiempo de falta de realidad, debemos proporcionales, en la medida de lo posible, las más altas dosis de vida real. ¿Pero, cómo podemos hacerlo?
- Respetando su naturaleza, la cual es profundamente «humana».
- Cuidando la capacidad de asombro con la que nacen. El asombro es el motor de la motivación del niño, es el deseo para el conocimiento. Para que el asombro pueda funcionar bien, el niño debe encontrarse en un entorno que lo respete.
¿Cómo respetamos esta capacidad de asombro?
- Con más juego libre.
- Con más contacto con la naturaleza.
- Respetando sus ritmos.
- Regalándoles espacios de silencio.
- Evitando la hipereducación.
- Rodeándolos de belleza.
- No dándoles todo lo que ellos piden; siendo familias sencillas y austeras.
- En resumen… privilegiando las actividades Offline, versus las Online.
La educación en la realidad a través del asombro es un enfoque que va más allá de los rasgos culturales y de las épocas, porque está fundamentado en la naturaleza.
Este artículo está basado en dos libros de una escritora canadiense, especialista en psicología y educación. Ella es Catherine L’Ecuyer.


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